viernes, 8 de enero de 2010

Las aventuras de un soldado español en las costas del Egeo

Acabo de leer Vida de este capitán de Alonso de Contreras, publicado por la editorial Reino de Redonda. Alonso de Contreras fue un soldado español que vivió a finales del XVI y principios del XVII y escribió estas memorias, que se han conservado en un manuscrito al que le falta el final. Su vida estuvo llena de peripecias y aventuras que le llevaron desde el Mediterráneo oriental, donde luchó contra los turcos, hasta las costas de Puerto Rico, donde combatió contra el mismo sir Walter Raleigh, cuyo nombre castellaniza Conteras como Guatarral; desde las laderas del Moncayo, donde pasa una temporada haciendo vida de ermitaño, hasta la casa madrileña de Lope de Vega, en la que estuvo alojado durante unos meses, proporcionando abundante materia de inspiración al famoso dramaturgo.


Durante varios años Contreras estuvo al servicio de la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan, que tenía su sede en la isla de Malta. Desde allí armaba navíos con patente de corso para hostigar a los infieles en las costas de Berbería (Norte de África), la Morea (el Peloponeso) o el Archipiélago (las islas del Egeo). Navegó por muchos lugares de Grecia: Jío (la isla de Quíos), Cabo de Mayna (el cabo Matapán, en la península de Mani), Modón (Metone, en el Peloponeso), Navarín (la bahía frente a Pilos), Zante, Chefalonia (Cefalonia), Cerfanto (Sifnos), Atenas (donde cobró el rescate por un noble turco que había capturado en alta mar), Morgon (Amorgos), Padmos (Patmos) y un largo etcétera.

Uno de los episodios más interesantes es el que tiene lugar en la isla de Estampalia (Astipalea), en la que Contreras era muy respetado por la población griega, como se puede comprobar en los fragmentos que reproducimos a continuación:

Tomé la derrota hacia el canal de Rodas y llegué a una isla que se llama Estampalia, con buena habitación de griegos. En ésta no hay Corregidor, sino es Capitán y Gobernador un griego con patente de General de la Mar. Yo era muy conocido en todas estas islas y estimado porque jamás les hice mal. (...) Y fue tanto esto que, cuando había algunas disensiones grandes, decían: "Aguardemos al capitán Alonso", que así me llamaban, para que las sentenciase, y cuando venía me hacían relación y las sentenciaba, aunque aguardasen un año y pasaban por ella como si lo mandara un consejo real y luego comíamos todos juntos.

Llegado que fui a Estampalia entré en el puerto. Era día de fiesta y así como conocieron que era yo, avisaron y al punto bajaron casi toda la tierra y el capitán Jorge, que así se llamaba, apellidándome "Omorfo Pulicarto" que quiere decir "mozo galán". (Contreras transcribe aquí a su personal manera los términos griegos όμορφο παλικάρι)

Venían todos tristes, como llorando, y a voces me pidieron les hiciese justicia, que una fragata de cristianos había, con engaño, llevádoles el papaz (transcripción de παπάς), que es el cura, y que habían pedido por él dos mil cequíes.

Alonso de Contreras va en pos de la fragata que había secuestrado al pope y consigue traerlo de vuelta a la isla. El episodio termina con final feliz:

Desembarqué al papaz, y así como le vieron comenzaron a gritar y a darme mil bendiciones. (...) Subimos a la iglesia del lugar, dejando en guarda las fragatas sin que subiese sino una camarada. En entrando en la iglesia se sentaron en bancos los más caballeros. (...) A mí me sentaron solo en una silla, con una alfombra debajo los pies y, de allí un poco, salió revestido el cura, como de Pascua, y comenzó a cantar y a responder toda la gente con "Cristo Saneste", que es dar gracias a Dios (el autor malinterpreta el significado de la expresión Χριστός ανέστη, Cristo ha resucitado, fórmula con la que se felicitan la Pascua los griegos); incensóme y después me besó en el carrillo y luego fue viniendo toda la gente, los hombres primero y luego las mujeres, haciendo lo mismo. Cierto es que había hartas hermosas, de que no me pesaba sus besos, que templaba con ellos los que me habían dado tantos barbados y bien barbados.

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