Acabo de leer Desde el Monte Santo. Viaje a la sombra de Bizancio, un magnífico libro de viajes del escritor y periodista escocés William Dalrymple. El libro está editado por RBA en su colección de bolsillo y ha sido traducido del inglés por Ángela Pérez.
En el libro se describe el viaje realizado por el autor entre junio y diciembre de 1994. Un viaje que le lleva desde el monte Atos hasta el oasis de Kharga en el Alto Egipto, pasando por Estambul, el Kurdistán turco, Siria, el Líbano, Israel y Palestina. El itinerario arranca en el monasterio atonita de Iviron, donde acude Dalrymple para consultar el manuscrito del Prado Espiritual de Juan Mosco, un monje bizantino que en el siglo VI partió del monasterio de San Teodosio en Palestina para recorrer, en compañía de su discípulo Sofronio, buena parte del Oriente cristiano. La intención de Mosco al escribir su libro es recoger los testimonios de los monjes y eremitas que encuentra por los lugares que pasa. Los viajes de Mosco coincidieron con el desmoronamiento del poderío bizantino en el Próximo Oriente como consecuencia del avance de los persas sasánidas primero, y de los ejércitos musulmanes más tarde.
Dalrymple se propone seguir los pasos de Juan Mosco y Sofronio y recorrer las ciudades y monasterios que ellos visitaron y donde sorprendentemente sigue habiendo presencia cristiana 1400 años después. Al igual que en el siglo VI, cuando Dalrymple emprende su viaje la situación del Próximo Oriente es especialmente convulsa: en el Kurdistán el conflicto entre el PKK y el ejército turco está en su punto álgido, en el Líbano las secuelas y las heridas de la sangrienta guerra civil siguen abiertas, en Palestina la Intifada intenta frenar la política de ocupación israelí y en el Alto Egipto la guerrilla islamista desafía a la policía y al ejército.
En medio de estos conflictos las minorías cristianas están en una situación delicada, e incluso a punto de desaparecer. Algunas de estas minorías ya desaparecieron en el pasado, como los armenios de Anatolia, diezmados por los turcos a principios del siglo XX y forzados a emigrar a diversas partes del mundo. Dalrymple visita los restos desolados de sus iglesias y monasterios. En el Kurdistán turco los cristianos sirios se encuentran en una posición incómoda, en medio del conflicto entre el ejército y los independentistas. En el Líbano, la otrora influyente comunidad maronita se ve forzada a la emigración después de los excesos cometidos durante la guerra civil. También los cristianos palestinos han emigrado masivamente en los últimos años, tras la ocupación israelí de Cisjordania y el empeoramiento de las condiciones de vida. Por último, los cristianos coptos de Egipto se convierten en objetivo de los ataques de la guerrilla islámica.
Por todos estos escenarios nos llevan las páginas de un libro en el que el pasado bizantino se mezcla con el esplendor otomano, el cosmopolitismo de la Alejandría de principios del XX, o los conflictos del presente. De la mano del autor visitamos lugares tan fascinantes como el monte Atos, el monasterio siriaco de Mar Gabriel, el de San Sabas en Palestina, las ruinas de Oxirrinco, el valle de Qadisha en el Líbano o el oasis egipcio de Kharga.
Monasterio de San Sabas en Palestina
Terminamos con unas citas del principio del libro, donde el autor expone las intenciones de su viaje:
Si en la primavera del año 578 hubierais estado sentados en un cerro mirando hacia Belén, habríais divisado dos figuras con cayado en la mano que salían del gran monasterio de San Teodosio en el desierto. Ambos (un monje anciano de barba canosa, acompañado por otro monje que parecía mucho más joven, erguido y quizá un poco adusto) atajaban en dirección sureste por los prados de Judea hacia la metrópoli fabulosamente rica de Alejandría.
Era el inicio de un viaje extraordinario que llevó a Juan Mosco y a su discípulo Sofronio el sofista en un arco por todo el mundo bizantino oriental. Se proponían recoger la sabiduría de los padres del desierto, de los sabios y los místicos del Oriente bizantino, antes de que su frágil mundo, que se hallaba ya en avanzado estado de decadencia, se desmoronara al fin y despareciera. El fruto de sus viajes fue el libro que tenía ante mí en aquel momento. Hoy es un texto bastante desconocido en Occidente, pero hace mil años se contaba entre los libros más famosos de toda la gran literatura de Bizancio. [...]
Y es que además de transmitir un mensaje espiritual todavía convincente, su lectura resulta también a otro nivel tan amena como la de un libro de viajes fascinante. Mosco hizo lo que hace hoy el moderno escritor de libros de viajes: recorrió el mundo en busca de historias extrañas y sorprendentes relatos de viajeros. En realidad su libro puede leerse como la gran obra maestra de la literatura de viajes bizantina, ya que su autor, además de ser un escritor divertido y lleno de vitalidad, cuenta una historia extraordinaria. [...]
Comprendí lo que tenía que hacer: pasaría seis meses rodeando el Levante, siguiendo más o menos los pasos de Juan Mosco. Empezaría en Athos y me abriría paso hasta los monasterios coptos del Alto Egipto, para hacer lo que ninguna futura generación de viajeros podría hacer: ver donde aún fuera posible lo que habían visto Mosco y Sofronio, dormir en los mismos monasterios en los que habían dormido ellos, rezar bajo los mismos frescos y mosaicos, contemplar lo que quedaba y presenciar lo que era realmente el último ocaso de Bizancio.