Los algodoneros (Οι βαμβακάδες) es una preciosa novela ambientada en el Egipto de los años 40. Su autor, Yorgos Filipu Pierides, nació en Chipre en 1904, pero emigró con sus padres a Egipto cuando era niño. Allí viviría hasta 1946, año en el regresó definitivamente a Chipre, donde murió en 1999. El libro está publicado por Miguel Gómez Ediciones, una editorial especialmente comprometida con la literatura neohelénica. En su catálogo hay colecciones como Café Aérides o Trinacria, donde predominan los títulos de autores en lengua griega. De Yorgos Filipu Pierides la editorial malagueña ha publicado dos novelas, Los algodoneros de 1945 y Relatos de Oriente Medio de 1949. Ambas han sido traducidas por Eva Latorre Broto.
Entre los muchos méritos de Los algodoneros está el de mostrar la cara menos conocida de la presencia griega en Egipto. La novela no está ambientada en los grandes núcleos urbanos de El Cairo o Alejandría, sino en un remoto pueblo del Alto Egipto, donde hay una fábrica de algodón y una pequeña colonia de unos veinte griegos. Pierides recrea magistralmente las duras condiciones de vida de los obreros del algodón y sus relaciones con los notables locales y la minoría griega.
Los algodoneros es una novela coral, un mosaico de historias menores que se entrecruzan para formar la imagen de un mundo que Pierides conocía muy bien, ya que él mismo había trabajado para una empresa algodonera en el Alto Egipto. Por sus páginas desfilan personajes de todo tipo: Safiya, la hermosa muchacha egipcia que se resiste a las insinuaciones de los griegos; la señora Nasidis, anciana y respetable viuda del fundador de la fábrica; Nur, un díscolo obrero negro con una turbia historia a sus espaldas; el señor Tasópulos, inflexible y orgulloso director de la fábrica; Diseas, un griego que regenta una taberna y se siente más cercano a los árabes que a sus propios compatriotas; o Nicos Lecás, que llegó aquí desde Atenas para hacerse cargo del próspero negocio de su padre.
La vida de la pequeña comunidad griega transcurre tranquila, sin sobresaltos, al ritmo de las estaciones, como el lento fluir del majestuoso Nilo. Pero incluso hasta este alejado rincón llegarán los ecos de la gran convulsión que sacude Europa. Petros Bucas, un oficial del ejército griego que ha luchado en el frente de Albania y después de la ocupación nazi de Grecia se encuentra en Egipto, acude a visitar a su viejo amigo Nicos Lecás. En su boca pone Pierides unas palabras que mutatis mutandis se podrían aplicar a la situación actual de Grecia.
Es algo muy difícil, amigos míos. Pero ya no hay lugar para divertimentos... ni acuerdos... ni para cualquier acomodo que te permita conformarte con tu tranquilidad personal... ¿Cómo vas a quedarte en las nubes en medio de este enfrentamiento entre los dos mundos?... Uno de los dos tiene que sobrevivir: nosotros, que creemos en el hombre, o ellos, que para salvarse están decididos ya a estas alturas a continuar hasta el final con sus propósitos inhumanos. Porque saben que para salvarse tienen que hacernos pedazos. Pero lo único que no entienden es que es imposible hacernos pedazos, ni siquiera bloquearnos el camino, porque somos un río crecido y los arrastraremos... Si vivierais de cerca la tragedia de nuestra Grecia sentiríais esto como lo siento yo.
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