DIDASKALOS

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lunes, 8 de septiembre de 2014

"Drink Time!", una semblanza de Patrick Leigh Fermor.


 Otra de mis lecturas de verano ha sido este pequeño libro, publicado por la editorial Acantilado. Su autora, Dolores Payás, ha traducido al español en los últimos años algunas obras del célebre viajero y escritor británico afincado en Grecia, Patrick Leigh Fermor (1915-2011). Tuvo ocasión de conocerlo personalmente poco antes de su muerte y visitar su casa de Kardamili, en el Peloponeso, en varias ocasiones. La fascinante personalidad de Leigh Fermor cautivó a la autora, como confiesa en las primeras líneas del libro:
Hay personas que aun sin buscarlo o quererlo adquieren una extraordinaria importancia en la vida de los demás. Son hombres o mujeres que convocan mundos y crean paisajes, ventilan horizontes, desvían trayectorias biográficas.
La relación con estas personas raras veces es equilibrada, pero eso no supone un agravio para ninguna de las partes. Quien tiene la suerte de haber entrado en su órbita sabe que resulta imposible corresponder de modo equitativo. Ellos o ellas son tesoros andantes. Figuras de las que emana una riqueza que va más allá del carisma normal. O de la influencia que cualquier artista pueda ejercer en su entorno.
Patrick Leigh Fermor era una de estas personas.
Dolores Payás
  El libro es un sentido y sincero homenaje al autor inglés. Dolores Payás evoca los momentos pasados junto a él y recrea el clima tan especial que se respiraba en su casa de Kardamili. A pesar de su avanzada edad, Leigh Fermor seguía dispensando una afectuosa hospitalidad a sus invitados y disfrutaba conversando apasionadamente de literatura en la sobremesa o durante el ritual del Drink Time!, que se cumplía con rigurosa puntualidad dos veces al día: a la una y media y a las ocho menos cuarto.

Leigh Fermor en el jardín de su casa

A lo largo de los capítulos Dolores Payás va desgranando diversos aspectos de la personalidad de Leigh Fermor: su pasión por los libros, su concepto de la amistad, la nobleza y la valentía, su dignidad ante la vejez y la enfermedad... Conocemos también a la entrañable Elpida, que se ocupa desde hace años del cuidado de la casa y mantiene una singular relación con su propietario. Un elemento esencial del libro es la propia casa, con su magnífico emplazamiento y sus acogedores espacios -a pesar del deterioro de algunos muebles-, donde se acumulan los recuerdos de toda una vida y se proyecta de forma especial el carácter del escritor inglés. La mayoría de los capítulos tienen su título en griego, pero hay que lamentar cierto descuido en la transcripción y acentuación de los términos griegos.



Imágenes de la casa de Leigh Fermor en Kardamili

Leigh Fermor falleció en Inglaterra en junio de 2011, a los pocos meses de que la autora lo visitara por última vez en Grecia. El libro se cierra con el recuerdo del emotivo funeral londinense y con un breve apunte biográfico. Después de la lectura de esta semblanza se confirma la impresión de que de Leigh Fermor fue hasta sus últimos días un hombre irrepetible, cuya mayor virtud fue su amor apasionado por la vida.
Daba la impresión de que se tragaba la vida sin remilgos. Lo bueno y lo menos bueno se aceptaban como parte del mismo paquete. Seguramente por eso su existencia fue tan exitosa. No hablamos de logros literarios, dinero o fama, sino de un talento personal que le permitía un encaje armónico con el mundo. Consiguió algo extraordinario y precioso: vivir su vida tal y como la había soñado en sus fantasías juveniles. Tuvo la inteligencia, la astucia y la habilidad de saber construir su sueño y luego vivir en él. Y no sólo eso, sino que se las compuso para mantenerlo en vigor hasta el final de sus días.
Tumba de Patrick Leigh Fermor en Dumbleton
 En los últimos tiempos algunas editoriales españolas han renovado el interés por la vida y obra de Leigh Fermor. En la misma editorial Acantilado han aparecido dos libros de viajes por Grecia del autor inglés, Mani y Rumeli, de los que ya hablamos en su día en ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ. Recientemente se ha publicado también Mal encuentro a la luz de la luna de W. Stanley Moss, donde se narra el secuestro en Creta, durante la Segunda Guerra Mundial del general alemán Kreipe, en el que participó activamente Leigh Fermor.




Por su parte, la editorial RBA reeditó hace unos años en un sólo volumen El tiempo de los regalos y Entre los bosques y el agua, donde Leigh Fermor rememoraba parte de su legendario viaje a pie, emprendido en 1933 cuando contaba tan sólo con dieciocho años, que le llevaría desde Holanda hasta Constantinopla. Antes del verano ha salido a la luz en la misma editorial El último tramo, la tercera entrega del viaje, en la que trabajó Leigh Fermor hasta sus últimos días, pero que no tuvo tiempo de terminar. También en RBA apareció el año pasado una extensa biografía del autor firmada por Artemis Cooper.





Otra editorial más modesta, Elba, se ha interesado también por la obra de Leigh Fermor y ha publicado tres de sus libros: Un tiempo para callar, donde recuerda sus estancia en varios monasterios franceses y en los monasterios abandonados de Capadocia, El árbol del viajero, relato de su viaje por las Antillas, y Tres cartas desde los Andes, la crónica de otro viaje del autor por tierras peruanas.



Para terminar recordamos que hace ya tiempo Tusquets, en su colección Andanzas, publicó una novela del autor inglés ambientada en las Antillas, Los violines de Saint-Jacques.


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