DIDASKALOS

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lunes, 20 de diciembre de 2010

"Verano griego" de Jacques Lacarrière

Acabo de leer Verano griego. 4.000 años de Grecia cotidiana, del escritor francés Jacques Lacarrière (1925-2005). El libro ha sido publicado por la editorial Altaïr con la colaboración de la Asociación Cultural Hispano-Helénica, y está traducido del francés por David Fernández Jiménez.
La larga e intensa relación que Jacques Lacarrière mantuvo con Grecia durante buena parte de su vida es el argumento de este libro, cuya primera redacción es de 1975, aunque contiene un apéndice posterior de los años 80. Lacarrière estudió filología clásica en París y visitó Grecia por primera vez en 1947, con el grupo de Teatro Antiguo de la Sorbona para representar los Persas y el Agamenón de Esquilo. Grecia acababa de salir de la Segunda Guerra Mundial y se encontraba inmersa en su propia guerra civil. Uno de los primeros recuerdos que evoca el autor es su visita a Delfos, por entonces fuera del control del ejército gubernamental y en manos de los partisanos del ELAS. Tres años después regresó a Grecia desde Francia, viajando en autostop y sin apenas dinero en el bolsillo. Desde entonces Lacarrière acudió con regularidad a Grecia, donde pasó temporadas más o menos largas y tradujo al francés autores griegos clásicos y contemporáneos. Esta relación se vio interrumpida en 1967 por el golpe de estado de los coroneles. Durante diez años el autor no volvió a Grecia, pero plasmó sus recuerdos, impresiones y vivencias en este libro que tituló Verano griego porque, según confiesa, el verano era para él "sinónimo de la maduración de los frutos y las estaciones de mi memoria".


El abundante y heterogéneo material del que se compone Verano griego se organiza en cuatro secciones. En la primera, titulada El monte Atos. Tres viajes a la Montaña Santa, el autor recorre los monasterios, las ermitas y las cuevas de los anacoretas que habitan esta "parcela de Bizancio en el mundo contemporáneo". Y es que, como dice Lacarrière, "un viaje a Atos es, sobre todo, un viaje en el tiempo".
En la segunda parte, La tierra Griega, el autor se centra en Creta y en algunos de los lugares de la Grecia continental donde se siente con más fuerza la presencia de la Grecia antigua: Epidauro, Micenas, Arcadia, Nemea, Tebas, Delfos... Describe su paso por estos lugares en los años 50 y 60, antes de la llegada masiva de los turistas. Los restos del pasado y su rastro en la Grecia actual le dan pie para reflexionar sobre la vigencia intemporal de los viejos mitos o la importancia del teatro griego.
La Grecia moderna, que había compartido protagonismo con el pasado bizantino y clásico en la primera mitad del libro, es la protagonista absoluta de Las Islas Desnudas. A este respecto hay que hacer notar que Lacarrière insiste una y otra vez en la continuidad entre pasado y presente en Grecia, que se manifiesta sobre todo en ese tesoro maravilloso que es la lengua griega. Como dice el autor en una de las frases más luminosas del libro, "los griegos siguen existiendo tal y como la eternidad los cambia". En esta tercera sección Lacarrière evoca sus viajes durmiendo al raso en la cubierta de caiques desvencijados, y sus estancias en islas como Patmos, Serifos, Halonesos, Psará, etc.
La última parte del libro, La otra Grecia, contiene observaciones sobre diversos aspectos de la Grecia moderna: el teatro de sombras o karagiozis, la canción rebétika o la cuestión lingüística. El libro se cierra con un interesante apéndice, escrito en los años 80, en el que el autor habla de su regreso a Grecia después del paréntesis de la dictadura de los coroneles, y de los profundos cambios que había experimentado el país.
Verano griego son casi 400 páginas de puro amor y pasión por Grecia, que nos ofrecen un variado fresco de los pueblos, las islas, las ciudades, los paisajes y las gentes griegas durante los treinta años que van desde la Segunda Guerra Mundial a la dictadura de los coroneles. Terminamos con un par de citas del libro en las que el autor se pregunta por los motivos que le han llevado a recorrer Grecia durante tantos años:

"No sé exactamente por qué motivo -es decir, con qué finalidad manifiesta o expresable- he viajado por Grecia durante veinte años y todavía menos por qué escribo este libro, salvo por compartir lo que amo, desde luego no para construir una obra universitaria ni científica. Todo esto para decir que durante veinte años -y más aún si vuelvo a Grecia en el futuro-, he tenido y tendré que saber arreglármelas. En más de veinticinco viajes a Grecia durante estos años, tan sólo en dos o tres ocasiones he salido con dinero suficiente para volver a Francia. Sin embargo, y a fin de cuentas, esto no tiene ninguna importancia en sentido estricto, ya que ni me ha impedido viajar ni me ha obligado a escribir otra cosa que no fuera lo que yo he querido. No me he muerto de hambre ni de frío ni de enfermedad, y cada nuevo viaje, por su incertidumbre y azar constantes, era para mí como el primero. De hecho, le debo a esa escasez de dinero -que he maldecido más de una vez, claro está- el haber conocido, vivido y recorrido Grecia como un griego más; un griego del pueblo llano, se entiende, y he convivido con ellos durante todos estos años, a menudo alojado en sus casas".

"Ahora percibo lo que puede ser el Verano griego, y sobre todo lo que no puede ser: es el relato de una amistad, de una relación en el sentido amoroso del término con un país, un pueblo, una historia común y unos dramas compartidos. En consecuencia, es injusto, es parcial. No puedo considerar a los griegos una entidad demográfica: en Grecia he conocido a personas que me han exasperado y a otras que me han fascinado. Había de quien huía y a quien buscaba. Hay regiones a las que nunca he tenido ganas de ir, otras de las que no conseguía desligarme. Todo esto constituye mis vínculos con Grecia: de la belleza fija y azul a la tormenta y los meltemis interiores, mis lazos han pasado por todos los estadios. Y en ninguno de estos estadios, mi mirada sobre este país ha sido objetiva, y sé que no lo será nunca".


sábado, 11 de diciembre de 2010

La civilización minoica en powerpoint

Los alumnos de griego de 1º de Bachillerato podéis repasar las características fundamentales de la civilización minoica con la siguiente presentación. Como algunas diapositivas contienen animaciones, si queréis ver correctamente la presentación, es preferible descargarla en el ordenador, o abrirla desde la página del instituto haciendo clic aquí (la presentación está dividida en dos archivos: Civilización minoica 1 y Civilización minoica 2).

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ejercicicios de ordenador para Latín de 4º de E.S.O.: Unidades 2 y 3

Ahora que acabáis de conocer las notas del examen, seguro que tenéis ganas de seguir practicando las declinaciones. Haciendo clic en los vínculos en verde podéis acceder directamente a los ejercicios:

- Tabla de declinaciones: Funciones:

- Sustantivos:

- Adjetivos:

jueves, 2 de diciembre de 2010

Pervivencia grecolatina en las calles de Tomelloso

Si uno se fija en los nombres de los comercios, empresas, organismos y entidades diversas que se pueden encontrar por la calle, se dará cuenta de que algunos de ellos están tomados directamente del latín y el griego, o inspirados en ciertos elementos de la cultura grecolatina. Desde hace algunos años es cada vez más frecuente que empresas o comercios adopten nombres latinos, o con resonancias latinas. Parece que el latín en el mundo de la publicidad se asocia con prestigio, distinción o excelencia.
En las calles de Tomelloso hay una buena muestra de todo ello. Una empresa de vinagres y aceites ha cambiado recientemente su nombre por el de VITIS & OLEA (vid y aceites, en latín). El lema en inglés que aparece debajo de la marca, MEDITERRANEAN ESSENCES, añade un toque de modernidad a ese matiz de prestigio y distinción que aporta el nombre latino.


Una bodega de Tomelloso, que produce vinos y aguardientes, ha adoptado también hace poco un nombre latino, VERUM (verdadero en latín). En esta ocasión, junto a las connotaciones habituales de los nombres latinos, se busca transmitir sensación de autenticidad a los productos que salen de la bodega. Esta empresa patrocina además una orquesta sinfónica que lleva el mismo nombre.


En algunos restaurantes y bodegas de Tomelloso y otras localidades manchegas podemos encontrar un cartel con la expresión latina DIVINUM VITAE (literalmente lo divino de la vida). Se trata de una campaña de la Junta de Comunidades para promocionar el turismo enológico y gastronómico en la región.


Una notaría situada en una céntrica calle de Tomelloso exhibe en su cartel el lema latino del colegio de notarios: NIHIL PRIUS FIDE (Nada antes que la fe, entendiendo aquí fe en su sentido jurídico, no en el religioso).


Aunque no es estrictamente una palabra latina, el nombre de la empresa que gestiona el servicio municipal de aguas, AQUALIA, está formado por elementos latinos: la palabra aqua (agua) y un sufijo adjetival latino en neutro plural (-alia).


Villa canna es el nombre de una tienda que vende productos relacionados con el cultivo doméstico del cannabis. Probablemente se trate de una casualidad, pero el nombre es plenamente latino: villa (casa de campo) y canna (caña).


Los étimos griegos también están muy presentes en los comercios de Tomelloso. Curiosamente dos tiendas de ropa para hombre llevan nombres griegos: AGORA y ANDROS. Ágora (ἀγορά) significa plaza en griego y Andros es el nombre de una isla griega, relacionado con la palabra griega ἀνήρ, ἀνδρός, que significa hombre.




Hay también una tienda de zapatos y bolsos que se llama EMPORIO (de ἐμπόριον, mercado) y que muestra en su fachada la imagen de un templo romano.



El mundo del deporte parece sentir predilección en Tomelloso por los nombres griegos. Dos tiendas de deporte llevan nombres griegos: Cronos y MEGASPORT (de χρόνος, tiempo y μέγα, grande). Hay además un gimnasio llamado OLIMPIA en honor del célebre santuario consagrado a Zeus, en el que se celebraban los juegos olímpicos.





La mitología clásica también está presente en los comercios de Tomelloso. Una peluquería lleva el nombre un tanto siniestro de HADES, el dios griego del mundo de los muertos.




Para terminar, hay una inmobiliaria con el nombre de la primera letra del alfabeto griego. En la parte inferior del cartel se puede ver una alfa minúscula. Hubiese quedado mejor una omega para cerrar el artículo, pero es lo que hay.