DIDASKALOS

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miércoles, 31 de agosto de 2011

"La ciudad de los espíritus" de Mark Mazower

Por el título podría parecer una novela de intriga, pero el subtítulo deja bien claro cuál es el contenido de este libro: Salónica desde Suleimán el Magnífico hasta la ocupación nazi. Su autor, el británico Mark Mazower, es profesor de historia en la Universidad de Columbia y se ha especializado en la historia de Grecia y los Balcanes. El libro, galardonado con prestigiosos premios, está publicado en español por la Editorial Crítica y ha sido traducido por Santiago Jordán.


Tesalónica o Salónica es una ciudad con una historia apasionante, poco conocida fuera de Grecia. Fundada a finales del siglo IV a. C. por Casandro, uno de los generales de Alejandro Magno, fue una ciudad floreciente en época helenística, romana y bizantina. En 1430 fue conquistada por los turcos, bajo cuya soberanía permaneció hasta 1912, cuando pasó a formar parte del moderno estado griego.

En este pormenorizado estudio de más de 500 páginas Mark Mazower se centra en la historia de la Tesalónica otomana y en los profundos cambios que se produjeron en la ciudad, en la primera mitad del siglo XX, como consecuencia de las guerras balcánicas y las dos guerras mundiales.

Tesalónica fue durante mucho tiempo la ciudad más importante del imperio otomano en territorio europeo. Al poco tiempo de ser conquistada por los turcos acogió a un buen número de refugiados judíos procedentes de la Península Ibérica, de donde habían sido expulsados por los Reyes Católicos. Con el tiempo los judíos se convertirían en el grupo étnico más numeroso de Tesalónica, por delante de turcos y griegos. El ladino o judeoespañol se habló en sus calles hasta bien entrado el siglo XX.

El arco de Galerio en un dibujo de 1848

Bajo el dominio otomano convivieron en Tesalónica, no sin fricciones ocasionales, las tres grandes religiones monoteístas: musulmanes, cristianos y judíos. Su aspecto, según relatan los viajeros que la visitaron en los siglos XVIII y XIX, era el de una ciudad típicamente oriental, cuyo elemento característico eran los minaretes de las mezquitas y el trazado tortuoso de sus calles.

Panorama de la ciudad desde la fortaleza en 1848

La ciudad fue escenario de importantes acontecimientos de la historia turca: fue la cuna de Mustafá Kemal, el padre del moderno estado turco, y en ella se inició en 1908 la revolución de los "jóvenes turcos". Poco después se iba a producir una serie vertiginosa de acontecimientos que cambiaría radicalmente el aspecto y la población de la ciudad: en 1912 tuvo lugar la Primera Guerra Balcánica en la que Grecia, sorprendentemente, consiguió anexionarse el Epiro, las islas del Egeo y Tesalónica, una ciudad en la que el elemento griego era minoritario; dos años después estalló la Primera Guerra Mundial y llegaron a Tesalónica numerosas tropas de las potencias de la Entente; en 1917 un terrible incendio destruyó buena parte del centro; en 1922, tras el desastre griego de Asia Menor, cientos de miles de refugiados llegaron a la ciudad, al tiempo que los últimos musulmanes que quedaban en ella la abandonaban para asentarse en Turquía. Pero todavía quedaba un dramático episodio que iba a terminar de alterar el equilibrio de poblaciones de Tesalónica: la ocupación nazi y la deportación y exterminio de la mayoría de la población judía, unas 45.000 personas según los informes alemanes.

Hoy en día la helenización de la ciudad ha borrado las huellas de su rico pasado multicultural. De ello se lamenta Mark Mazower, que ve en la aparición de los nacionalismos en el siglo XIX y en el desarrollo de los estados-nación la causa última del drama de la limpieza étnica y el éxodo masivo de poblaciones desde los territorios que ocuparon durante generaciones. Gracias al libro de Mazower somos conscientes de que una ciudad totalmente diferente existió hace apenas 100 años en el solar de la actual Tesalónica. De su pasado se pueden extraer buenas lecciones sobre la posibilidad de la convivencia entre culturas y el peligro de fomentar los odios étnico-religiosos.

Para terminar un par de recomendaciones: una página sobre la historia de Tesalónica a principios del siglo XX, y una emotiva evocación de la Tesalónica moderna publicada hace unos meses en la Pasión Griega.