DIDASKALOS

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jueves, 3 de mayo de 2012

El caballo de Troya en el museo de Mikonos

En Mikonos se puede visitar un pequeño, pero muy interesante museo arqueológico. Fue inaugurado en 1905 para albergar los ricos hallazgos de la isla de Rinia (Ρήνεια). Según cuenta Tucídides, en el año 426 a. C. los habitantes de la vecina Delos habían empezado a utilizar esta isla como necrópolis, obedeciendo a un oráculo que les advertía de que era un sacrilegio enterrar a sus muertos en la isla sagrada de Apolo.
Pero una de las piezas más destacadas del museo no procede de Rinia, sino de la misma Mikonos. Se trata de un ánfora funeraria de gran tamaño elaborada por un taller de Tinos en el siglo VII a. C. La pieza está decorada con relieves relacionados con la conquista de Troya.

Llama la atención, en el cuello del ánfora, la escena en la que se representa el caballo de Troya. En el cuerpo del caballo de madera se abren pequeñas ventanas por las que asoman las cabezas de los soldados griegos ocultos en su interior.

Uno de los soldados saca una mano y sostiene un casco con un hermoso penacho, otro sujeta una espada y un tercero un escudo. Más personajes, que no sabemos si son griegos o troyanos, aparecen en torno al caballo o encaramados sobre su lomo. Destacan los ojos exageradamente grandes de las figuras, que parecen mirar desde un tiempo muy lejano, y cierta desproporción en las dimensiones, como corresponde a una pieza de la época arcaica, procedente además de un taller al margen de los grandes focos de la cerámica griega.

En el cuerpo del vaso aparecen diversas escenas del saqueo de Troya, algunas especialmente crueles, como esta en la que un soldado griego atraviesa con su espada a un niño troyano en presencia de su madre.

En otras escenas las troyanas parecen salvar sus vidas y las de sus hijos a cambio de ofrecer sus favores y manifestar sumisión a los conquistadores.

Al pie de la enorme ánfora un modesto rótulo escrito a mano explica en griego y en inglés las características y la procedencia de la pieza.

Estos pequeños museos arqueológicos que uno puede encontrarse en diversos lugares de Grecia tienen un encanto especial. Albergan piezas magníficas, pero no es extraño ver goteras y humedades en las paredes. A mí me llama especialmente la atención lo endeble y rudimentario de las vitrinas en las que se exponen los objetos. Da la impresión de que un niño jugando o alguien que tropezase por accidente podría hacer caer la vitrina con todo su contenido.

Cuando uno sale del museo y pasea entre las tiendas de souvenirs se sorprende, por contraste, del magnífico aspecto de los expositores de los comercios que tan sólo contienen baratijas para turistas. Una más de las tantas paradojas de este maravilloso país.

4 comentarios:

  1. Es una lástima que piezas de tanto valor estén en lugares poco adecuados pero sucede y no solo en Grecia. Gracias por darnos a conocer lugares tan valiosos.

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  2. Es cierto, Raquel, que las piezas del museo podrían estar mejor expuestas y explicadas, y el edificio mejor cuidado, pero no era del todo mi intención hacer una crítica. De hecho me encantan esos pequeños museos de Grecia no muy visitados y en los que las piezas parecen más accesibles y cercanas. A veces, en museos más modernos y con más medios, los objetos expuestos resultan distantes y fríos, a pesar de estar perfectamente protegidos y muy bien explicados por rótulos y paneles informativos. Parece que es más importante el envoltorio que el contenido. Desde luego eso no pasa en el museo de Mikonos.
    Un saludo

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  3. Estupendo reportaje; sólo haría la observación de que las fotos se podrían mejorar (algo de contraste aquí y allá...).

    Saludos!

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    1. Tienes razón, Eloy, soy muy torpe con la fotografía. Por si sirve de excusa hice las fotos con una cámara de andar por casa y no se podía usar flash en el museo. Gracias por asomarte a ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ y dejar tu comentario.

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