DIDASKALOS

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miércoles, 28 de octubre de 2015

Mantenerse en pie

Hace poco me encontré en youtube con este vídeo ambientado en un cafenío de Creta. Varios parroquianos juegan al tavli o leen la prensa, mientras se escucha en el televisor al candidato de un nuevo partido lanzar sus soflamas electorales. En un rincón se sienta un hombre vestido de negro con expresión seria y mirada concentrada. De repente se abre la puerta del local y entra el candidato con su comitiva electoral repartiendo propaganda. El hombre de negro se niega a darle la mano, se pone en pie, aprieta los puños con rabia, cierra los ojos y... empieza a bailar. 
El personaje me recordó de inmediato al capitán Mijalis, el protagonista de la novela de Casandsakis que comentamos en la entrada anterior. Ambos van vestidos de negro y encubren con su silencio una rabia concentrada. Su indignación no se expresa con palabras y parecen recibir de la tierra una fuerza fuera de lo común.
Los autores e interpretes de la canción son Leonidas Balafas y Yorgos Nikiforu Servakis.


Να σταθώ στα πόδια μου

Μοιάζω με βομβαρδισμένο τοπίο
με ένα στιχάκι που είναι μουτζουρωμένο
στης ζωής το τελευταίο θρανίο
και με πουλί ξενιτεμένο...

Έχω πείσμα και γερό το στομάχι
σαν το Παύλο με την κάλπικη λύρα
την αγάπη που έχω δώσει δε πήρα
έτσι το θέλησε η μοίρα....

Άντε να σταθώ στα πόδια μου
μετά από τόσα χτυπήματα
έχω ξεχάσει τα βήματα
μα δε με παίρνει να πώ δε μπορώ
πρέπει να μπώ στο χορό...

Μες τον κόσμο μεγαλώνω τον άπονο
ποιός στ΄αλήθεια πέρνει αυτό που του αξίζει
δε το θέλω μα μου βγαίνει παράπονο
γιατι η ρόδα δε γυρίζει...


Mantenerme en pie

Parezco un paisaje bombardeado,
un verso emborronado
en el último pupitre de la vida
y un pájaro emigrado...

Soy terco y duro de estómago, 
como Pablo con la falsa moneda, 
el amor que he dado no lo recibí, 
así lo quiso el destino...

¡Venga! Voy a mantenerme en pie,
después de tantos golpes
he olvidado los pasos,
pero no puedo decir que no soy capaz,
debo entrar en el baile...

Envejezco en un mundo cruel.
¿Quién de verdad alcanza aquello que merece?
Sin quererlo me sale una queja
porque la rueda no gira...

lunes, 5 de octubre de 2015

El Capitán Mijalis. Libertad o muerte

La editorial Cátedra ha publicado en los últimos años, en su prestigiosa colección de bolsillo Letras Universales, varios títulos del escritor griego Nicos Casandsakis (Nίκος Καζαντζάκης, transcrito habitualmente Kazantzakis o Kasantzakis). Todos ellos han sido traducidos y editados con mimo por Carmen Vilela Gallego, de cuyo trabajo como traductora de otro autor griego, Emmanuil Roídis, ya hemos hablado en ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ (Relatos de Siros y Paseos por Atenas).


El primero de los libros de Casandsakis aparecidos en Cátedra fue la novela que comentamos hoy, El Capitán Mijalis. Libertad o Muerte (Ο Καπετάν Μιχάλης. Ελευτερία ή Θάνατος). Le siguió Informe al Greco, las memorias del autor dirigidas al célebre pintor cretense. Este mismo año ha llegado a las librerías La Última Tentación, otra de las novelas de Casandsakis.
Sin duda Nicos Casandsakis, el creador del personaje de Alexis Zorba (o Zorbás), es el novelista griego más conocido dentro y fuera de Grecia. Sus obras han sido traducidas a diversas lenguas y han inspirado versiones cinematográficas que las han hecho todavía más populares. Nació en 1883 en Creta, cuando la isla todavía pertenecía al imperio turco. Posteriormente abandonaría su tierra para seguir estudios en Atenas y su peripecia vital lo llevaría por buena parte de Europa. Son precisamente sus primeros años de infancia en Iraklio -llamada entonces Megalo Castro, y antes Candía por los venecianos- los que evoca y novela en El Capitán Mijalis.

Nicos Casandsakis

La novela toma su nombre del propio padre de Casandsakis, un hombre adusto y severo con el que mantuvo una distante relación, y que le sirve de inspiración para la figura del protagonista. El capitán Mijalis no es un personaje que despierte las simpatías del lector y con el que resulte fácil identificarse. Es huraño, brutal, de pocas palabras, despótico con las mujeres de su casa. Llega incluso a prohibir a su hija de doce años que aparezca ante él cuando se da cuenta de que le empiezan a apuntar los pechos. Sin embargo, bajo esa coraza de fiereza se esconde un hombre atormentado, incapaz de canalizar sus pasiones de forma racional, obsesionado hasta casi la locura por la atracción que siente hacia la circasiana Eminé, la esposa de un notable turco.

Pero El Capitán Mijalis no es la historia de un sólo personaje. Es más bien una novela coral, cuyo verdadero protagonista es el pueblo de Megalo Castro, los habitantes de Creta que pululan por sus páginas, todos con su historia personal, desde el bajá y el obispo, máximos representantes de la comunidad turca y griega respectivamente, hasta Barbayanis, el vendedor de sorbetes, o Efendina, el asceta musulmán asediado por las tentaciones, pasando por Títiros, el maestro pusilánime, el señor Paraskevás, barbero de Siros, las Fucaritas, tres hermanas gemelas apostadas siempre tras los postigos para cotillear, o el viejo Sífacas, padre del capitán Mijalis, que ha rebasado la barrera de los cien años. Se podría decir que, en torno a un argumento central, El Capitán Mijalis está construida como un mosaico de pequeñas novelas, de vidas que se entretejen y hunden sus raíces en los recuerdos de infancia del autor, como confiesa el propio Casandsakis en una carta de 1949:
Estoy inmerso en El Capitán Mijalis. Intento dar vida al Iraclio de mi infancia. ¡Qué emoción, qué gozo, y, al mismo tiempo, qué responsabilidad! Porque miles de personas ya muertas acuden a mi recuerdo y reclaman un pequeño lugar al sol, dos o tres líneas, una palabra amable. Saben que no tienen otra posibilidad de resurrección. ¿Quién va a escribir sobre ellos? Incluso sus hijos y nietos los han olvidado.


Vistas antiguas de Megalo Castro (Iraklio)

El contexto histórico de la novela es la rebelión de 1889, uno de los últimos intentos de los griegos cretenses por liberarse de la dominación otomana e incorporarse al estado griego. El autor fue testigo de estos acontecimientos cuando apenas contaba seis años. Probablemente la intención primera de Casandsakis fue ensalzar los valores heroicos de la lucha por la independencia, la entrega a la causa de la libertad de unos hombres duros, de firmes convicciones, fuertemente vinculados a su tierra. Pero uno no puede dejar de leer la novela sin una sensación agridulce al comprobar cómo la convivencia relativamente apacible de las dos comunidades, griegos y turcos, que se mantuvo durante varios siglos, se va enrareciendo hasta desembocar en los sangrientos enfrentamientos de una violencia extrema descritos en la obra. En este sentido resulta revelador el estudio del profesor Bádenas de la Peña que precede a la novela, donde se describe el proceso de construcción del mito identitario de la nación griega en el marco de los ideales nacionalistas excluyentes que surgen en la Europa del siglo XIX. Acompañan a este ensayo una completa introducción a la vida y obra del autor, a cargo de la traductora, y un prólogo de Pátroclos Stavru, antiguo administrador de los derechos de Casandsakis, sobre la génesis de la novela.

Retrato de un guerrillero cretense, el Capitán Kórakas
 El Capitán Mijalis despertó desde su publicación en 1950 reacciones enfrentadas. Algunos lo saludaron como una encendida defensa de los valores patrióticos, mientras que otros acusaron al autor de antipatriota y ateo. Lo cierto es que la novela admite varias lecturas y Casandsakis deja abierta la puerta a diversas interpretaciones. Es el lector quien, tras el truncado grito final de Libertad o muerte, deberá sacar sus propias conclusiones.

Bandera antigua con el lema de la rebelión contra los turcos