Recorriendo la isla de Mikonos esta Semana Santa llegamos a Ayios Ioannis, un pequeño caserío del sudoeste de la isla, compuesto por varias viviendas de veraneo diseminadas en torno a una pequeña ermita. Junto a la ermita una playa no muy grande y un modesto muelle de hormigón. Estamos fuera de temporada y no se ve ni un alma. Además sopla un fuerte viento. Por el mar se acerca un barco de pesca cuando un ciclomotor y una furgoneta aparcan junto al muelle.
Nos acercamos para ver la llegada del barco y curiosear lo que han pescado. Pero el cargamento del barco resulta totalmente inesperado.
Por un momento me vienen a la mente los grandes cruceros que atracan en las islas griegas y las inundan por unas horas de visitantes ávidos de fotos pintorescas, bisutería y souvenirs. Y es que, para nuestra sorpresa. del barco empiezan a desembarcar ovejas. Ovejas que viajaban apretadas en la cubierta y que vienen con pastor incluido.
Me acerco al hombre de la furgoneta y le pregunto por el curioso pasaje del barco. Me responde que las ovejas vienen de la vecina isla de Delos. Queda poco más de una semana para Pascua y en Mikonos no hay suficientes corderos para la demanda que se espera. En pocos minutos un rebaño de más de un centenar de cabezas abandona el barco y sigue su viaje carretera arriba detrás del pastor y del hombre de la furgoneta. Los pescadores se esfuerzan en limpiar con mangueras el barco, sucio esta vez no por los restos de pescado, sino por los excrementos de las ovejas. A estas alturas, pasada ya la Pascua ortodoxa, poco será lo que quede de las pobres ovejas.