Son varios los libros de poesía española contemporánea que han tomado como fuente de inspiración la estancia de sus autores en Grecia. El más antiguo que yo conozco es Mapa de Grecia de Enrique Badosa, todo un clásico de la poesía de viajes publicado a finales de los años 70. Más recientemente Blanca Andreu con sus Archivos griegos y Juan Vicente Piqueras con Atenas han vuelto ha servirse del país heleno como hilo conductor de sus inquietudes poéticas. Hoy traemos a ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ Crónicas de Atenas de Manuel Jurado López, publicado hace ya unos años por la editorial Algaida y galardonado con el XXX premio de poesía ciudad de Badajoz.
El autor estuvo viviendo en Grecia coincidiendo con el estallido de la crisis y la puesta en marcha del primer programa de rescate. El título del libro cuadra con el estilo cercano a la crónica periodística de la mayoría de los poemas, en los que Manuel Jurado va dando cuenta de los acontecimientos que se producen en las calles de Atenas: huelgas, manifestaciones, subidas de precios, incidentes violentos tras un partido de fútbol... Hasta los editoriales de los periódicos o las reuniones en Bruselas para negociar el rescate se convierten en motivo de inspiración. Como contrapunto a esta poesía que surge de la actualidad más inmediata Manuel Jurado introduce ocasionalmente personajes tomados del pasado clásico de Grecia. Así los propios dioses salen a la calle a gritarle al gobierno / que no pueden pagar / la hipoteca del mito, / que el Olimpo es tan viejo / que se cae a pedazos; la poetisa Safo / ha abandonado Lesbos / y se ha venido a Atenas para abrir un taller de escritura / y un gimnasio en el centro; los argonautas exigen carga de trabajo / para los astilleros / que de nuevo Jasón / sea readmitido. Pero la peor parte se la lleva el pobre Platón en el poema Diálogos:
Platón se ha intoxicado
con los gases que ayer
lanzó la policía.
Está en el hospital de jubilados.
Los médicos han dicho
que no corre peligro.
Fracasó en sus intentos
de dialogar con todos.
Fedro le dio la espalda,
Lisis no quiso verlo.
Sus ideas, le dicen,
están muy anticuadas.
Sindicatos de izquierda
las ven reaccionarias...
Es la acción por la acción
lo que alcanza el poder.
El autor juega a reencarnar en personajes actuales a las grandes glorias del pasado griego, venidas a menos y obligadas a reinventarse, como el propio país. Es su manera de denunciar la convulsión que supone para la perpleja sociedad griega verse enfrentada de repente a la realidad de la crisis. Otros personajes pueblan estas crónicas con sus propios nombres, como el anciano barbero que a medio Parlamento / le ha afeitado la barba y siempre a votado en blanco: / su navaja no entiende de política.
En la última parte del libro Manuel Jurado se centra en un ámbito más íntimo, alejado de los grandes titulares, y nos habla de la vida cotidiana, de sus amistades o de su gato Ulises que se va haciendo viejo. Son las Crónicas personales, que cierran esta colección de estampas en las que la atenta mirada del cronista-poeta ha ido dibujando un fresco variopinto de su vida en Atenas.
Manuel Jurado López |