La primera parte del libro está compuesta por una docena de poemas, inspirados todos ellos por la estancia de la autora en Grecia. En ellos Blanca Andreu nos habla de los perros de Atenas, de una rosa ateniense y un ciprés de la Acrópolis, del mar y la islas del Egeo, de la terraza de un café de Paros, etc. La autora se ha empapado de la atmósfera, la luz y el espíritu griego y con su personal lirismo nos transmite sus impresiones y sus emociones. Como ejemplo reproducimos a continuación uno de estos poemas, el titulado En Lefkes:
Junto a la esquina
del Kafeníon
que se sueña en el orden griego
como un niño en Constantinopla
suben al monte
las casas blancas
con temerarios pasos de nieve
bajan
por los olivos
hasta las calles en flor
como palomas que vienen a bañarse.
Más allá de la higuera está el crepúsculo
y una sombra morada que dibuja un turbante
a la cupula azul de San Spiridión.
Más allá está el crepúsculo. ¿Lo ves?
Sus grandes pétalos se abren sobre el mar
como una enorme y sorprendida rosa.
Aunque aquí nos hayamos centrado en los poemas relacionados con Grecia, el libro en su conjunto es muy recomendable: hay una serie de poemas que evocan la infancia y la juventud de la autora, otros de tema y ambientación marina, etc. Se trata de una poesía bastante accesible, con una musicalidad y un ritmo en los que destaca la tendencia a insertar versos breves, en ocasiones de una sola palabra.
Gracias
ResponderEliminarGracias a ti, Blanca, por regalarnos tus poemas.
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